28 de mayo de 2013

Taller de Teatro Espontáneo para todos



La Asociación  de Acompañamiento Terapéutico y Teatro Espontáneo PASOS te propone participar de octubre a junio, en su Taller de Teatro Espontáneo, ubicado en la Calle Embajadores 216, muy cerca de la estación de Metro Legazpi .

Aprende a trabajar con el cuerpo usando tu creatividad  y desarrollando tu espontaneidad.

La espontaneidad también puede trabajarse, con el Teatro Espontáneo aprenderás a expresarte y a canalizar tu experiencia al mismo tiempo. Haz que tu sentido común sea especial, desarrolla tu espontaneidad hacia una espontaneidad trabajada.

Aprende técnicas como el caldeamiento, el soliloquio, la escultura, la maquina, el coro… para que te ayuden a jugar y trabajar con un teatro viviente, en acción y sin guion. Iníciate a esta forma de teatro donde nadie es un mero espectador, solo necesitas ganas de participar, aprender y divertirte!

Forma de pago
 Inscripción antes de 08/08/2013:  -Matrícula Gratuita Cuota Mensual 17€
Inscripción a partir del 09/08/2013:   Matricula 30€  - Cuota Mensual 17€
2 sesiones al mes
Duración: 1.45 hs
AFORO LIMITADO – GRUPOS REDUCIDOS
Director. Andrea Montuori
Para contactar:




21 de mayo de 2013

Apuntes sobre la interminable cuestión de la función del Acompañante Terapéutico


La Función: un lugar que no es un lugar



“El médico de un establecimiento de alienados no debe nunca intentar inspirar miedo por sí mismo, pero tiene que tener bajo sus órdenes a un individuo que acepte esta tarea desagradable, que sólo actúe de acuerdo con los preceptos del médico y que pueda oponerse, en caso de necesidad, a la vehemencia, al arrebato y violencia de los furiosos”
Jacobi (Siglo XVIII)

Aquí, nuevamente vamos a diferenciar rol de función, ya que si bien el rol está definido socialmente, la función es una construcción relacional ligada a la singularidad del vínculo y a la estrategia de acompañamiento. Por esta razón cuando el acompañado nos dice “quiero que seas mi amigo”, no se refiere al rol, sino que nos propone una función con la cual debemos lidiar.

Nunca debemos rechazar a priori las funciones que los acompañados nos proponen, porque estas repercuten directamente en el vínculo, que es nuestro terreno de trabajo. Es necesario, en cambio, trabajar las consecuencias positivas o negativas que, al ocupar estos lugares donde el acompañado “nos ubica” (Pulice, 2011), puedan acarrear para el acompañamiento.  Si bien algunas funciones son habituales y nos serán trasmitidas con facilidad (como por ejemplo la amistad), otras constituirán un trabajo complejo de “interpretación” que requerirá la participación de todo el equipo. Este trabajo de interpretación, más que una interpretación al modo psicoanalítico, se trata de una dilucidación,  que en ningún caso debe trasmitirse al acompañado (para evitar precisamente los efectos de interpretación que corresponden en todo caso al terapeuta).
La tarea de dilucidación y objetivación de la/s función/es (a modo de hipótesis de trabajo) constituye uno de los trabajos fundamentales  de la supervisión, o en su ausencia del acompañante junto con el equipo y el coordinador.

Sin duda, la dificultad histórica para precisar “la función” del acompañamiento terapéutico se debe generalmente a esta dificultad para diferenciar el rol del acompañante de las múltiples funciones que puede desempeñar a lo largo de un acompañamiento, y que solo pueden dilucidarse in situ.

Por otra parte debemos entender que cuando en Acompañamiento Terapéutico hablamos de función nos referimos a una definición muy genérica del concepto. Es interesante la relación que hace la bibliografía del acompañamiento entre el concepto función y el término lugar, entendido como las coordenadas simbólicas e imaginarias en las que suele ubicarse el acompañante en relación al acompañado.

En sí misma una función no es un lugar, en todo caso una función es la relación que se establece entre dos lugares o más y, mientras que estos lugares pueden denominarse, la función permanece como ese espacio entre sin nombre propio. En efecto, el concepto función es un constructo matemático que se utiliza para referirse a una relación entre variables, su valor estará determinada por su funcionamiento, es decir por la relación entre las variables que la constituyen.

No es casual que este lugar-entre, sea justamente el que identifique al Acompañamiento Terapéutico como un enfoque vincular que se constituye “entre” el acompañante y el acompañado. Un lugar-entre que no es un lugar, pero que al fin y al cabo implican ciertas coordenadas que terminan por configurarlo como si lo fuera. Dicen S. Kuras y S. Resnizky “Hablar de un “espacio entre” da cuenta, también, de las imprecisiones territoriales en las que el Acompañante Terapéutico despliega su trabajo” (S. Kuras y S. Resnizky, 2005), el terreno de la función es en extremo móvil, e incuso nos lleva a cuestionar si realmente puede ser determinado por la estrategia de tratamiento, condición necesaria pero no excluyente de la función.

Esto nos permitiría cuestionar uno de los pilares indiscutibles del acompañamiento, sintetizada en la siguiente referencia bibliográfica: “la función del acompañamiento terapéutico se va a ir precisando en relación una estrategia determinada de tratamiento y en la singularidad del caso” (Rossi, 2011), con la que está de acuerdo todas la bibliografía consultada.

Decir que la función depende de la estrategia, como vemos, tampoco sería del todo correcto, dado que la estrategia es solamente una variable más en el juego que determina la función o las funciones que encarna el acompañante. Ahora bien, este carácter inaprensible de la función no es del todo así. El trabajo analítico nos permite asir la función mediante el trabajo de dilucidación que se realiza en la supervisión, pero que también puede realizarse por un equipo y un coordinador experimentados. Si bien es cierto que, como plantean Sarbia y Lindel (2010) “la función del at. puede formularse, lejos del comienzo del AT, más bien llegando a su finalización siendo que representa algo más que las indicaciones que ha recibido”, se entiende que es al final del tratamiento (a posteriori) donde el equipo puede darse cuenta (más fácilmente) las funciones encarnadas por los acompañantes durante el tratamiento.  Desde mi punto de vista es una obligación del equipo de acompañamiento disponer de las herramientas (supervisión por ejemplo) que permitan al acompañante, durante el tratamiento, intentar dilucidar aunque sea a modo de interpretación o hipótesis, las funciones que está desempeñando.

Por lo tanto, en general no es correcto hablar de función, sino en todo caso de funciones dado que nunca un acompañante ocupa una sola función respecto al acompañamiento que realiza. Las funciones pueden variar en función de la flexibilidad de los vínculos que se establecen con el otro o del tiempo que dura esa relación.

La función es situacional (a diferencia del rol que es institucional) por lo que en un vinculo normal, lo habitual es que se desempeñen diferentes funciones que irán variando en relación en cada situación.  Los vínculos patológicos mucho menos flexibles, estas variaciones tienden a reducirse, dado que la rigidez que se le impone a la relación impide la posibilidad de ocupar diferentes lugares respecto al otro. Así por ejemplo en un vínculo paranoide se ubicará al otro generalmente en el lugar del perseguidor con muy pocas variaciones situacionales, aunque las hay, y encontrar las situaciones más propicias para el vínculo es tarea del acompañante[1].

El otro factor  que limita las variaciones en la función es el tiempo, este es una consecuencia habitual que sucede en todas las relaciones (de pareja, de grupo, institucionales, etc.), en tanto sistema, todas las relaciones tienden a equilibrarse mutuamente, estableciendo una pauta más o menos estable.

En conclusión, es importante poder determinar en cada momento, que funciones se está desempeñando en un tratamiento (respecto al terapeuta, a la familia, al acompañado y al propio equipo), es decir para qué nos usa cada cual, dado que es a través de este análisis que podemos precisar cuáles son las demandas en juego a las que estamos sujetos, con el fin de poder operar sobre ellas, y según corresponda:
-          Abstenernos de satisfacer esa demanda: en casos de demandas de vigilancia,  control o castigo, muy habituales en el trabajo con drogodependientes.
-          Responder a ella: en casos de demandas relacionadas con el holding, la contención o hacer de testigos frente a la fragmentación de la psicosis, aportando una unidad y una continuidad a la subjetividad del acompañado.
No solamente no seremos compelidos a ocupar varias funciones al mismo tiempo, sino que muchas veces estas funciones serán contradictorias entre sí (y generalmente sucede así). Contradicción por parte de las diferentes figuras participantes en el tratamiento (equipo tratante, terapeuta, familia y acompañado) sino que nos encontraremos con contradicciones por parte de la misma figura, muy habitual en el tratamiento de la psicosis, donde las estructura abordad suele reproducirse en los equipos y la familia. Es por ello de vital importancia, contar con un coordinador para que pueda representar al acompañante en el terreno inter-institucional (que ocupa entre recursos asistenciales, la familia y la comunidad), y la función de un supervisor que ayude a desenmarañar este terreno subjetiva y objetivamente tan complejo.




[1] Recuerdo una persona a la que acompañábamos con insistentes ideas paranoides respecto al equipo. Durante el primer año solamente podíamos reunirnos con él en ciertos bares donde se sentía seguro y que el elegía a última hora. Sólo después de un año, una vez establecido un vínculo más favorable al tratamiento, permitió que conociéramos su casa.