El amor consiste en un grupo que se enamora de otro grupo. Partes internas en ti chocan con las partes internas del otro.
Estamos hechos de relaciones y son ellas las que se activan y desactivan en un encuentro.
Por eso no es posible controlar el amor, es un choque de multitudes. Por eso la inseguridad que produce el impulso de controlar al otro será siempre ineficaz. Tan difícil como retener un puñado de arena entre las palmas de tus manos.
Somos agua derramada, en un intento de habitar un cuenco que no nos serena. Fluir en puntos de fuga que insisten es nuestro sino. Un eterno devenir grupal, intergeneracional, sujeto a un envío que se reconfigura a cada paso.
Como rio que fluye transformando y transformándose en una deriva cuya única salida es poética.
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