Trabajo realizado en el marco del "Curso Avanzado de Acompañamiento Terapéutico" Madrid 2018-2019, por la compañera Mara Bernate*.
UNA INTERPRETACIÓN DEL TEXTO USOS Y VARIACIONES DEL “ENCUADRE” EN EL
ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO: Gustavo Rossi
Durante el texto Rossi intenta
invitar al lector a visualizar o concebir el encuadre más allá de una
conceptualización y marco de coordenadas que dan estructura a los AT. Habla textualmente de acercarse al encuadre
desde su parte más artística, poética, diversa e infinita.
De igual forma su artículo se orienta a redescubrir cual es el origen
de este concepto, concluyendo que mal ha sido interpretado por los seguidores
de Freud, quien en Sobre la iniciación
de tratamiento (1) enuncia algunas “reglas” para el inicio de una intervención
en relación a la comparativa de una partida de ajedrez, centrándose en el
inicio y el final como elemento claves que
permiten cierto mantenimiento y constancias dentro de un proceso.
Dichas pautas que Freud mismo comenta son reglas de juegos que han de
extraer su significación de la totalidad del plan, lo determina como sencillos
«consejos», sin exigir estrictamente su observancia(1) . En este sentido Rossi
comenta que tal vez la falta de poesía en la conceptualización del encuadre
podría deberse a la híper-valoración de los analistas post-freudianos que convirtieron los consejos de Freud en la
fórmula que permite mantener elementos
constantes anulando los imprevistos y sorpresas (2)
De acuerdo a esto Rossi cita
algunas definiciones de encuadre y dispositivos en un intento de re-encuadrar
el encuadre a través de términos como: Constantes, Terceridad, Sostén,
instalación, intimidad necesaria entre otros.
Constantes: Ajustar lo singular de la función. Rossi comenta que el AT
construye un marco de referencia no solo en su relación en el acompañado, si no
que se articula con otros dispositivos que hacen parte del gran marco que rodea
al acompañado. Rossi habla de determinar
límites entre dichas vinculaciones de la estrategia terapéutica. Dando un lugar a la variables y cambiantes
que puedan plantearse en el proceso.
Terceridad: De acuerdo con Rossi, Green sustenta el encuadre como ese
elemento tercero que irrumpe en la relación dual: En el artículo Adiós a
Deauville (3), Green dice: “la comunicación entre paciente y analista no pone
en juego sólo a dos individuos –la comunicación del paciente no es todo el
paciente, ni la del analista, todo el analista-. De hecho, se trata de una
relación entre dos dobles: el del paciente y el del analista. De la unión de
esos dos dobles emerge el objeto analítico, Así nació <el tercero
analítico>".
Más adelante Green reconoce: Era un error decir que la terceridad
estaba fundada en el lenguaje, aunque se aplique también al lenguaje. La
terceridad es un concepto lógico. Pertenece a la semiótica, a la pragmática,...
desborda el campo lingüístico.
En este sentido Rossi comenta que el elemento tercero de Green
como encuadre es aquella ley que tiene
efectos en todos los actores del acompañamiento (at, fml, acompañado,
institución…), una ley que siendo el elemento exterior de la relación, tiene
efectos en el interior del proceso.
Volviendo a la parte poética que desea despertar Rossi, Gratadoux 2009
(4) al analizar el concepto terceridad comenta que Poéticamente esta terceridad
quedó descrita por J. L. Borges: quien define que "El sabor de la manzana
está en el contacto de la fruta con el paladar, no en la fruta misma”. “La
manzana no posee sabor en sí misma- ni en la boca del que se la come. Exige un
contacto entre ambas”.
Sostén e Instalación: El encuadre como un sostén espacial, que no es
un consultorio que no es una institución, es un artificio donde se refleja, se
vive de una manera contenedora y se organiza la cotidianidad, un espacio
simbólico, una disponibilidad.
Rossi plantea los at como un dispositivo móvil donde el encuadre es el
puente o la constante entre la dualidad
interior exterior, teniendo en cuenta que no siempre estar afuera implica salir
del ensimismamiento, lo que para winnicott es el espacio transicional. El AT como favorecedor de ese pasaje a la
extimidad: exterioridad íntima (5). En este sentido Benyakar apunta “el
encuadre debe ser estable coherente”
debe ser flexible y servir al espacio transicional en el sentido psicológico,
personal e interpersonal” (6)
En cuanto al encuadre como
instalación, Rossi comenta, que es esta función instaladora la que permite
trazar coordenadas, estable un lugar que también habilita redes significantes.
Retomamos el espacio como un lugar simbólico donde se da lugar a la expresión
de lo más íntimo.
La intimidad necesaria: Finalizando luego de dar una vuelta sobre
diferentes desenlaces sobre el encuadre Rossi enuncia la presencia de una
función sostenedora del encuadre, especialmente presente en las situaciones de
crisis. Habla del encuadre como Actividad, como una contención, como una
actitud que otorga estabilidad. Rossi
enuncia: es “la actividad misma la que permite que un lugar cualquiera se
convierta en un elemento de encuadre”. Esta actividad la equipara con una
actitud, con una disposición mental y un tiempo del at. A esto lo llama la intimidad necesaria.
Por ultimo Rossi ofrece ciertas coordenadas que permiten cerrar su
re-encuadre del encuadre, estas son:
El encuadre no es en sí
mismo un lugar físico
En algunos casos el encuadre
no será predeterminado de entrada desde la variable temporal, en cuanto a
duración del AT, sin embargo sugiere determinar un horario de comienzo y fin de
cada día de acompañamiento con el fin de
darle un contorno que dé pie al proceso.
Tener tiempo, espacio para
que el at pueda contar con la disposición mental. En este sentido Rossi cita a
Freud: no hay más que dejarle tiempo, y demostrarle un “serio” y “cariñoso
interés y simpatía”, una disposición inicial
básica imprescindible para instalar una transferencia positiva.
No olvidar las constantes:
horarios, honorarios, tiempo, duración, tipo de salidas. Constantes que son
facilitadoras del trabajo.
De acuerdo a la lectura, me inclino por el encuadre como una dimensión de terceridad que impacta
y que constituye un sostén, que le protege y que le permite salir de la
relación dual a la que suele ser llevado por la propia dinámica de su espacio.
1. Freud, S. (1913); Sobre la
iniciación del tratamiento
2. Usobiaga, (2005), pag 49
3. Usobiaga, (2005), pag 52.
4. Gratadoux, (2009). El
tercero y la terceridad en psicoanálisis. Revista Uruguaya de
Psicoanálisis. 108: 108 – 135.
5. Lacan, J; Seminario 7, “La
ética del Psicoanálisis”
6. Benyakar, M.; Lo disruptivo.
Amenazas individuales y colectivas. Bs. As., Ed Biblos, 2003
*Mara Bernate es Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana
(Bogotá-Colombia). Actualmente reside en España, lugar que ha escogido para
realizar sus estudios de doctorado en Neuropsicología Clínica en la universidad
de Salamanca. Así mismo realizó el curso de especialización en Acompañamiento
Terapéutico con la Asociación Pasos de Madrid. Desde el año 2011 hace parte del
Equipo de Apoyo Comunitario de la Fundación Intras en Zamora, Equipo del que actualmente es la Coordinadora
y el cual se dedica a la intervención comunitaria de personas con enfermedad
mental grave y prolongada.
2 comentarios:
Muy bueno remarcar estas cuestiones del encuadre que juega un papel importantisimo dentro del acompañamiento terapeutico. Saludos
Como siempre Freud en todas, grande...
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