8 de mayo de 2019

Una interpretación del texto “Usos y variaciones del encuadre en Acompañamiento Terapéutico” de Gustavo Rossi


Trabajo realizado en el marco del "Curso Avanzado de Acompañamiento Terapéutico" Madrid 2018-2019, por la compañera Mara Bernate*.



UNA INTERPRETACIÓN DEL TEXTO USOS Y VARIACIONES DEL “ENCUADRE” EN EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO: Gustavo Rossi

Durante el texto Rossi intenta  invitar al lector a visualizar o concebir el encuadre más allá de una conceptualización y marco de coordenadas que dan estructura a los AT.  Habla textualmente de acercarse al encuadre desde su parte más artística, poética, diversa e infinita.

De igual forma su artículo se orienta a redescubrir cual es el origen de este concepto, concluyendo que mal ha sido interpretado por los seguidores de Freud, quien en  Sobre la iniciación de tratamiento (1) enuncia algunas “reglas” para el inicio de una intervención en relación a la comparativa de una partida de ajedrez, centrándose en el inicio y el final como elemento claves que  permiten cierto mantenimiento y constancias dentro de un proceso.

Dichas pautas que Freud mismo comenta son reglas de juegos que han de extraer su significación de la totalidad del plan, lo determina como sencillos «consejos», sin exigir estrictamente su observancia(1) . En este sentido Rossi comenta que tal vez la falta de poesía en la conceptualización del encuadre podría deberse a la híper-valoración de los analistas post-freudianos  que convirtieron los consejos de Freud en la fórmula que permite mantener  elementos constantes anulando  los imprevistos  y sorpresas (2)

De acuerdo a esto Rossi  cita algunas definiciones de encuadre y dispositivos en un intento de re-encuadrar el encuadre a través de términos como: Constantes, Terceridad, Sostén, instalación, intimidad necesaria entre otros.

Constantes: Ajustar lo singular de la función. Rossi comenta que el AT construye un marco de referencia no solo en su relación en el acompañado, si no que se articula con otros dispositivos que hacen parte del gran marco que rodea al acompañado.  Rossi habla de determinar límites entre dichas vinculaciones de la estrategia terapéutica.  Dando un lugar a la variables y cambiantes que puedan plantearse en el proceso.

Terceridad: De acuerdo con Rossi, Green sustenta el encuadre como ese elemento tercero que irrumpe en la relación dual: En el artículo Adiós a Deauville (3), Green dice: “la comunicación entre paciente y analista no pone en juego sólo a dos individuos –la comunicación del paciente no es todo el paciente, ni la del analista, todo el analista-. De hecho, se trata de una relación entre dos dobles: el del paciente y el del analista. De la unión de esos dos dobles emerge el objeto analítico, Así nació <el tercero analítico>".

Más adelante Green reconoce: Era un error decir que la terceridad estaba fundada en el lenguaje, aunque se aplique también al lenguaje. La terceridad es un concepto lógico. Pertenece a la semiótica, a la pragmática,... desborda el campo lingüístico.

En este sentido Rossi comenta que el elemento tercero de Green como  encuadre es aquella ley que tiene efectos en todos los actores del acompañamiento (at, fml, acompañado, institución…), una ley que siendo el elemento exterior de la relación, tiene efectos en el interior del proceso.

Volviendo a la parte poética que desea despertar Rossi, Gratadoux 2009 (4) al analizar el concepto terceridad comenta que Poéticamente esta terceridad quedó descrita por J. L. Borges: quien define que "El sabor de la manzana está en el contacto de la fruta con el paladar, no en la fruta misma”. “La manzana no posee sabor en sí misma- ni en la boca del que se la come. Exige un contacto entre ambas”.

Sostén e Instalación: El encuadre como un sostén espacial, que no es un consultorio que no es una institución, es un artificio donde se refleja, se vive de una manera contenedora y se organiza la cotidianidad, un espacio simbólico, una disponibilidad.

Rossi plantea los at como un dispositivo móvil donde el encuadre es el puente o la constante  entre la dualidad interior exterior, teniendo en cuenta que no siempre estar afuera implica salir del ensimismamiento, lo que para winnicott es el espacio transicional.  El AT como favorecedor de ese pasaje a la extimidad: exterioridad íntima (5). En este sentido Benyakar apunta “el encuadre debe ser estable  coherente” debe ser flexible y servir al espacio transicional en el sentido psicológico, personal e interpersonal” (6)

En cuanto al  encuadre como instalación, Rossi comenta, que es esta función instaladora la que permite trazar coordenadas, estable un lugar que también habilita redes significantes. Retomamos el espacio como un lugar simbólico donde se da lugar a la expresión de lo más íntimo.

La intimidad necesaria: Finalizando luego de dar una vuelta sobre diferentes desenlaces sobre el encuadre Rossi enuncia la presencia de una función sostenedora del encuadre, especialmente presente en las situaciones de crisis. Habla del encuadre como Actividad, como una contención, como una actitud que otorga estabilidad.  Rossi enuncia: es “la actividad misma la que permite que un lugar cualquiera se convierta en un elemento de encuadre”. Esta actividad la equipara con una actitud, con una disposición mental y un tiempo del at.  A esto lo llama la intimidad necesaria.

 Por ultimo Rossi ofrece ciertas coordenadas que permiten cerrar su re-encuadre del encuadre, estas son:

    El encuadre no es en sí mismo un lugar físico

    En algunos casos el encuadre no será predeterminado de entrada desde la variable temporal, en cuanto a duración del AT, sin embargo sugiere determinar un horario de comienzo y fin de cada día de acompañamiento  con el fin de darle un contorno que dé pie al proceso.

    Tener tiempo, espacio para que el at pueda contar con la disposición mental. En este sentido Rossi cita a Freud: no hay más que dejarle tiempo, y demostrarle un “serio” y “cariñoso interés y simpatía”, una disposición inicial  básica imprescindible para instalar una transferencia positiva.

    No olvidar las constantes: horarios, honorarios, tiempo, duración, tipo de salidas. Constantes que son facilitadoras del trabajo.

De acuerdo a la lectura, me inclino por el encuadre  como una dimensión de terceridad que impacta y que constituye un sostén, que le protege y que le permite salir de la relación dual a la que suele ser llevado por la propia dinámica de su espacio.


1. Freud, S. (1913); Sobre la iniciación del tratamiento
2. Usobiaga, (2005), pag 49
3. Usobiaga, (2005), pag 52.
4. Gratadoux, (2009). El tercero y la terceridad en psicoanálisis. Revista Uruguaya de Psicoanálisis.  108: 108 – 135.
5. Lacan, J; Seminario 7, “La ética del Psicoanálisis”
6. Benyakar, M.; Lo disruptivo. Amenazas individuales y colectivas. Bs. As., Ed Biblos, 2003



*Mara Bernate es Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá-Colombia). Actualmente reside en España, lugar que ha escogido para realizar sus estudios de doctorado en Neuropsicología Clínica en la universidad de Salamanca. Así mismo realizó el curso de especialización en Acompañamiento Terapéutico con la Asociación Pasos de Madrid. Desde el año 2011 hace parte del Equipo de Apoyo Comunitario de la Fundación Intras en Zamora,  Equipo del que actualmente es la Coordinadora y el cual se dedica a la intervención comunitaria de personas con enfermedad mental grave y prolongada.

2 comentarios:

atmarielapresedo dijo...

Muy bueno remarcar estas cuestiones del encuadre que juega un papel importantisimo dentro del acompañamiento terapeutico. Saludos

Eric dijo...

Como siempre Freud en todas, grande...