20 de junio de 2018

La ética de la amistad: la violencia y el cuerpo en la relación terapéutica (Sesión 7)



Sesión 7 del "Curso de Especialización en Acompañamiento Terapéutico" de la Asociación Pasos, impartido por Andrea Montuori y Alejandro Chevez.

A continuación publicamos el trabajo presentado por Daniel Miguelsanz Praena (biografía y datos de contacto al final del texto) sobre la sesión 7 del curso que versa sobre la Etica de la amistad y la violencia terapéutica. Daniel participó en el curso en la edición 2017-2018 y, es un honor y orgullo para nosotros publicar su síntesis por la claridad y fineza de su escritura.  
Alejandro Chevez

 “Amigo calificado” fue una de las primeras denominaciones que se le dio a esta profesión que hoy nos ocupa, el acompañante llega a la vida del acompañado con un ánimo paciente, que intenta caer bien, que pretende conocer las dificultades que padece intentando comprenderlas. ¿No es eso todo lo que quisiéramos cualquiera para definir a nuestros amigos? Por eso, se cree conveniente realizar un recorrido histórico del concepto de amistad hasta llegar al actual, de forma que nos ayude a posicionarnos en un territorio adecuado.


Aristóteles afirma desde el principio que la Amistad se trata de una virtud, o que va acompañada de virtud en cualquier caso y la considera lo más necesario para la vida. Reconoce tres formas o tipos de amistad: la amistad basada en la utilidad, la amistad basada en el placer y la amistad basada en el bien, es decir, en la virtud o excelencia de la persona a la cual se quiere. En las dos primeras formas de amistad no se quiere al amigo por sí mismo, sino accidentalmente, no se quiere al amigo por lo que es o por él que es, sino porque coincide que tal individuo nos resulta útil o placentero. Solamente, en la amistad basada en la virtud, en la excelencia, es la amistad considerada como perfecta, las otras son consideradas amistad por parecido a ésta. Tenemos que tener en cuenta que para los griegos la amistad no estaba destinada a todos los habitantes de la polis, únicamente los hombres buenos y virtuosos estaban capacitados para poder tener amistades entre ellos, al tener la amistad la condición de ser siempre entre iguales, para ello debías tener una determinada posición social o haber demostrado actos virtuosos a lo largo de tu vida. Los actos basados en la virtud son tan importantes para los griegos pues son la forma más perfecta de naturaleza.

La amistad cristiana, en cambio, basada en el evangelio de la caridad, lleva consigo la hermandad de espíritu, lo cual destierra al cuerpo de la ecuación de la amistad. Esta amistad tiene muchas similitudes con la amistad aristotélica, con una serie de cambios. Esta no se basa en la virtud como forma más perfecta de naturaleza, es sustituido por la realización de actos buenos que se realizan en base al amor a Dios. Debido al amor fraterno que nos profesa debemos profesárselo a él y a todas las personas, este amor de caridad consiste en realizar buenas acciones a todo el mundo por igual, sin ninguna restricción sobre quién es tu amigo, pues todos somos iguales a ojos de Dios. 

Durante la época donde el catolicismo moderno ha imperado como pensamiento (entre los siglos XV y XIX) no se dijo nada nuevo acerca de la amistad humana que no se dijera anteriormente. Kant hace una división en tres tipos o clases de amistad similares a las de Aristóteles y San Agustín, pero centrando la importancia al deber moral y al respeto por el otro. 

Citando a Pedro Laín en “Sobre la amistad”, después de Kant la tradicional idea de la amistad naufraga o se disuelve en el «espíritu objetivo» y la «general conciencia de sí» (Hegel), en la concepción del amor como puro altruismo al servicio de la Humanidad entera (Comte) y en la visión filosófica del hombre como «ser genérico» y de la dinámica de la existencia humana como «materialismo dialéctico» (Marx y Engels).

A partir del periodo entre guerras de principios del siglo XIX no hay un estudio en el que la amistad tenga el protagonismo que ha tenido anteriormente. 

En mi opinión, parece que en estos tiempos en los que el capitalismo impera como pensamiento, no hay cabida para que las personas puedan pararse a pensar sobre sus relaciones personales o sobre sí mismas, cuestiones como la bondad, el amor a uno mismo u a otro ser, no son importantes. En relación a las cuestiones que ocupan ahora nuestras preocupaciones, parecen estar más orientadas al tener que al ser o hacer. Rescato del texto del Vizconde demediado, la idea de que hoy por hoy ser bueno no genera beneficios ni económicos ni personales. La sustitución de la moral tal cual se entendía en la Ilustración o los valores que trasmitía el catolicismo moderno anteriormente, por el pensamiento basado en el capitalismo, puede ser el origen de las dificultades surgidas en muchas de las relaciones que hoy en día se dan y que conllevan el malestar de dichas personas. 

Dejando de lado este recorrido histórico, en el segundo día de curso vemos la propuesta de la lógica del enemigo como una manera de entender lo que sucede en los inicios de la relación terapéutica que se va a dar entre acompañante y acompañado. 

Algo de la amistad está inmerso en esta tarea que basa la relación en los vínculos que propone, quizás en cualquier relación terapéutica que se dé, pues de forma natural el profesional llega a la vida de la persona para convivir con las dificultades de la persona, dar sentido a los afectos que aparecen en la relación y construir un camino juntos que ayude al usuario a salir del bosque enmarañado en el que se encuentra. 

Es importante tener en cuenta que en la relación terapéutica que vamos a querer instaurar, es posible encontrarse con dificultades, en el seno familiar o en el propio paciente. Habrá ocasiones en el que la llegada del acompañante terapéutico será un soplo de aire fresco para el acompañado, pero como en cualquier relación no casual, la llegada de este agente de cambio conllevará en el acompañado la llegada de un extraño a su vida, a su casa, a la zona de confort, en la que a pesar de poder pasarlo mal ya conoce lo que puede pasar allí. Por eso, no deberemos extrañarnos cuando aparezcan estas dificultades, más y cuando no ha sido el propio paciente él que ha solicitado nuestros servicios, a pesar de lo agradables y simpáticos que podamos aparentar, que el acompañante  quiera cambiar la vida que conoce hasta ahora, será algo violento sin duda.

Cuando me refería a que algo de la amistad está inmerso en esto del acompañamiento terapéutico, me refería a que el acompañante va a tratar de trabajar desde algo parecido a la amistad, una pseudoamistad, que va a facilitar el encuentro y crecimiento mutuo con el otro. Digo algo parecido a la amistad, porque al final, es una relación impuesta por otro, está claro que no puede haber simetría en esta relación, aunque sí debería de haber algo de horizontalidad. Como bien entendían los griegos, la amistad debe ser entre iguales, como se ha dejado claro, somos extraños que llegamos a la vida del paciente a cuestionar su forma de vida y lo que hace que no podamos ser iguales. Aunque, desde el lugar del semejante trataremos de mitigar los efectos negativos que trae el acto violento antes comentado.

Citando un fragmento de un texto facilitado en el curso a modo de conclusión, más allá de la cuestión del semejante y su relación con “la amistad”, nuestro planteo consiste en centrar la práctica y la reflexión teórica en una Lógica del Extranjero, para construir un marco referencial que permita crear un escenario imaginario (el vínculo), que admita la inclusión simbólica de un extraño (el acompañante terapéutico). La vida cotidiana del acompañado será entonces el lugar a donde el acompañante deberá ser invitado, pero sin la pretensión de ser aceptado como igual, sino como extranjero, sin ocultar la violencia implícita y, por lo tanto, la amenaza que su presencia extraña representa, sin olvidar, al fin y al cabo, su condición de extranjero.

Al haberse tratado de dos sesiones con un alto contenido teórico, no cabe mucho dedicarle un amplio espacio a la parte vivencial. Lo dedicaré a expresar lo que para mí ha sido el poder haber tratado este tema y el comentario del ejercicio de dibujo sobre “el amigo, el enemigo y el extranjero”. 

El poder dedicarle este tiempo a hacer un recorrido sobre en que ha consistido la amistad a lo largo de la historia y el vacío existencial que parece haber en la actualidad a lo que se refiere a este tema, me ha permitido reflexionar sobre las dificultades que puede implicar para las personas el no tener claro un concepto sobre el que definir nuestras relaciones amistosas. Está claro que todas las relaciones personales implican una determinada violencia, entendida como las dificultades que aparecen en el día a día en estas relaciones, véase aún más enmarañada cuando a lo largo de la vida de las personas con las que tratamos ha habido mayores dificultades de lo que se espera como normal, lo cual no les ha permitido forjar unos vínculos adecuados o no han podido aprender a desenvolverse de una manera adaptativa en la participación en las relaciones, bien sean amistosas, familiares, laborales, etc.



 
Daniel Miguelsanz Praena 
Terapeuta Ocupacional en Salud Mental
Alumno de la 3ra Edición del Curso de Especialización en Acompañamiento Terapéutico - 2017-2018


 "Mi principal área de formación y trabajo es la Salud Mental. Soy Terapeuta Ocupacional y he cursado Máster en Terapia Ocupacional en Salud Mental y en Salud, Integración y Discapacidad. Actualmente soy estudiante del curso de Acompañamiento Terapéutico de la Asociación Pasos. Durante 4 años he trabajado en una MiniResidencia y un CD pertenecientes a la Red de Atención a la Salud Mental de la Comunidad de Madrid. El día a día y lo cotidiano han condicionado mi forma de entender el trabajo, siempre cercano al trato personal e individual".



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