29 de agosto de 2025

Recuperar la humanidad

No hay documento más violado y deslegitimado en la práctica contemporánea que la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Como señaló Hannah Arendt, el drama de los refugiados en el siglo XX reveló la paradoja central: los llamados “derechos del hombre” solo se reconocen en tanto derechos del ciudadano. Una vez despojado de su pertenencia política, el individuo queda reducido a mera existencia biológica, a lo que Giorgio Agamben denominó nuda vida.

En este marco, la desnudez de ser solamente humano se convierte en la condición más precaria: la del extranjero sin documentos, el migrante rechazado, el apátrida. No es casual que Bauman hable de una “mixofobia” que caracteriza a las sociedades actuales: el temor a mezclarse con la alteridad, que lleva a levantar muros físicos y simbólicos frente a quienes ponen en cuestión la homogeneidad imaginaria de las naciones.

La economía global, lejos de atenuar estas tensiones, las intensifica. Los cuerpos sin ciudadanía son percibidos como sobrantes, prescindibles, incluso peligrosos. En este sentido, los “espacios interdictores” que excluyen y confinan a estas poblaciones (campos de detención, fronteras militarizadas, dispositivos de deportación) constituyen la evidencia de que la Declaración de 1948 es hoy menos una garantía universal que un archivo dañado, incapaz de proteger a quienes encarna en su figura idealizada: el ser humano como tal.

Así, la desnudez humana no aparece como condición originaria de dignidad, sino como signo de desposesión y vulnerabilidad extrema, en donde la promesa universal de derechos se desvanece.

En este contexto, la cuestión ya no es solo jurídica o política, sino ética. Como recordaba Nietzsche, la responsabilidad es la capacidad de sostener una promesa. Responsabilidad es com-promiso: prometerse con… el otro. En un mundo donde la desnudez de lo humano expone la vulnerabilidad extrema, el único derecho que puede fundar los demás es la fidelidad a ese compromiso: sostener la promesa de humanidad en común

17 de diciembre de 2024

Vínculo y Espontaneidad Trabajada: la fragilidad del otro que soy yo


Conferencia presentada en el XX Congreso de Acompañamiento Terapéutico en Buenos Aires, 2024

¿Quién es el otro?

Esta es una pregunta fundamental en toda relación terapéutica. Preguntarnos quién es el otro, lejos de ser una mera cuestión conceptual, es el inicio de cualquier encuentro humano profundo. Pero cuando nombramos al otro, cuando lo definimos, inevitablemente entramos en una dinámica de poder. Al etiquetar, al describir, fijamos una identidad, tal vez limitando la posibilidad de que esa persona sea algo más que lo que nosotros percibimos. Y esto nos lleva a una reflexión clave: ¿cómo podemos ser nosotros, quienes acompañamos, el otro?

Aquí quiero detenerme en el concepto de hospitalidad que desarrolla Jacques Derrida. Derrida nos invita a ver al terapeuta como un invitado en la vida del otro. No llegamos como dueños, no nos imponemos como guías que todo lo saben. Somos, en esencia, invitados. Entramos en el mundo de nuestros pacientes con cuidado, con respeto, sabiendo que ese espacio no es nuestro. Desde esta perspectiva, acompañar es aceptar que, en cada sesión, también somos el otro. Nos transformamos, somos acogidos, somos parte de una experiencia compartida.

Esta reflexión nos lleva a una cuestión más profunda: ¿quiénes somos nosotros cuando acompañamos? ¿Es nuestra identidad fija, estable, inmutable? Aquí las teorías psicológicas nos ofrecen dos caminos.

Donald Winnicott, un referente en la teoría psicoanalítica, hablaba del verdadero self. Para Winnicott, cada persona tiene en su interior un núcleo auténtico, un yo esencial que busca expresarse libremente. Este verdadero self es lo que nos da estabilidad y coherencia. En el proceso terapéutico, ayudamos a las personas a contactar con ese self genuino, a despojarse de las máscaras que la vida les ha impuesto.

Pero, por otro lado, tenemos una visión diferente, y es aquí donde las ideas de Jacob Levy Moreno nos invitan a pensar el yo de una manera más plural. Según ellos, el yo no es una entidad fija, sino que está compuesto por múltiples personajes. No somos un solo ser, somos un conjunto de identidades que interactúan entre sí. Tenemos un parlamento interno de personajes que luchan por llegar a ser voz, una metáfora que me parece poderosa. Dentro de nosotros hay un grupo de voces, de personajes que toman la palabra en función del contexto, de las relaciones, de la situación.

Cuando nos encontramos con el otro, no es simplemente un diálogo entre dos personas. En realidad, es un encuentro entre grupos. Mi parlamento interno se encuentra con el parlamento interno del otro, y juntos negociamos, dialogamos, co-creamos una nueva realidad. La riqueza de este encuentro radica en la multiplicidad. Somos seres múltiples, y es en esa pluralidad donde reside nuestra verdadera capacidad de adaptación y cambio.

Pero, ¿qué sucede cuando nos aferramos a un solo personaje? Aquí entra el concepto de rigidez. Ser rígido es quedarse atrapado en una única identidad, en un solo rol. Y esto no solo ocurre en nuestros pacientes, sino también en nosotros como acompañantes. La rigidez nos impide ver más allá, nos limita en nuestra capacidad de respuesta.

Frente a esta rigidez, Moreno y Salvador Minuchin nos proponen un antídoto: la espontaneidad. Minuchin, en el primer capítulo de su libro Técnicas de Terapia Familiar, titula precisamente "Espontaneidad". Porque la espontaneidad es la capacidad de moverse entre personajes, de cambiar de rol según lo requiera la escena. No se trata de ser improvisados o inconstantes, sino de tener la flexibilidad suficiente para adaptarnos a lo que el otro necesita de nosotros en cada momento.

La espontaneidad nos libera de la rigidez. Nos permite ser múltiples, pero de manera auténtica. Nos ofrece la posibilidad de cambiar de personaje, de abrazar la multiplicidad de nuestro ser y, al mismo tiempo, acompañar al otro en su propio proceso de transformación.

Acompañar no es simplemente estar. Es ser en movimiento, en transformación, en constante diálogo con el otro. Es saber que, en cada encuentro, somos y seremos distintos. Y tal vez, la clave de una relación terapéutica efectiva radica en nuestra capacidad de ser flexibles, de ser espontáneos, de habitar esa multiplicidad que nos constituye, sin perder nunca de vista quién es el otro y quiénes somos nosotros en relación con él.

Gracias.


12 de diciembre de 2024

Carta a mi Madre 20/03/2014 Vida y Tiempo

La vida y el paso del tiempo

(Respondiendo a un correo suyo)

Si eso es lo que te propones mejor ponerte manos a la obra, me he dado cuenta que soportar a las personas es algo muy difícil, soportarlas en el tiempo aun mas, quererlas difícil, quererlas en el tiempo casi imposible, pero la gente lo hace, deja su ego a aprte y acepta cierta dependencia necesaria para poder estar con las personas, si te das cuenta ahora lo difícil que es y además tenes problemas físicos que yo no achacaría a la edad sino a la vida, quizás te sirva para darte cuenta de que la vida es en el presente y puedas decidir con mas claridad cuanta energía pones para disfrutarlo y aprovechar lasoportunidades que ahora se te presentan, vivir el presente es dificilísimo también , pero al menos significa dejar de esperar

 Dejar de esperar que el pasado mejore, que el futuro llegue, que la gente de de lo que necesitas, y que uno es limitado y llega solo a parte de todo lo que podría ser, si dejas de juzgarte tan duramente lo haras menos con los que te rodean y te querrán mas, te cuidaran mas, y se interesaran mas, medir, valorar juzgar/te te lleva a establecer relaciones de poder, compararte, tener envidia culpa, basar las relaciones en el amor, feliz por lo que pudes dar mas que por lo que puedes recibir hacer que de apoco el mundo a tu alrededor cambie y parezca mas seguro.

 La seguridad de uno depende de los demás lamentablemente y uno puede pasarse la vida protegiéndose de las amenazas “objetivas” y de las posibles o aceptando ciertas pérdidas necesaria a cambio de felicidad, el amor no es algo que esta o no esta, que se tiene o que no se tiene, las relaciones de amor se contruyen dia a dia, se caen a veces, fracasan algunas pero si  uno se decide a aportar por el otro, tal cual es y no tal cual debería ser o talc quiero que sea, de apoquito empieza uno a ver los frutos…

 Nadie te va a pagar por lo que has hecho, por tus buenos actos y sacrificios, salvo Dios y el cristianismo, el mejor acto que puedes hacer es por ti misma, veras que vale la pena y que estas a tiempo.

 Tus hijos te quieren muchísimo, tus amigas también y se preocupan, habrá gente a tu alrededor que quizás tenga un valor oculto aunque no te pueda dar nada a cambio de tu interes.

Nada a cambio de nada tranquiliza las relaciones, dar al otro lo que no se tiene y que el otro no necesita es la definición de amor que tenían los griegos (plotino)

 Estos griegos parece que sabían algo de la vida no?

 Esto que te escribo no es un concejo ni una recomendación, solo la reflexión que hago a partir de prestarle atención y mucho interes a lo que has escrito

 Te quiere

Tu hijo ale